Una investigación reciente que fue llevada a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de California (EEUU) ha podido determinar que las rayas de muchos équidos, como las cebras, sirven para evitar las picaduras de moscas.
La función de ese singular patrón rayado que se pueden ver en las cebras, el caballo de Przewalkski o los asnos salvajes africanos por ejemplo, había estado dividida, para los expertos, en cinco singulares hipótesis bastante extendidas: la primera se encargaba de relacionar las rayas con el camuflaje, la segunda la relacionaban con la reducción del calor excesivo; otra hipótesis más descabellada apostaba porque las rayas eran una función social; la cuarta, que sirven para interrumpir o evitar el ataque de los depredadores; y, la última y la más confirmada, para evitar las picaduras de las moscas.
Para refutar o confirmar estas hipótesis, los investigadores empezaron tomando medidas de la intensidad y extensión de las rayas en diferentes partes del cuerpo de unas siete especies y alrededor de veinte subespecies de équidos. Más tarde, empezaron a estudiar la distribución geográfica de estas especies en un mapa del Viejo Mundo y simultáneamente contrastaron todos los valores de las hipótesis.
Con este estudio, los científicos pudieron encontrar que la distribución de las especies de équidos con rayas estaba solapaba con los rangos de actividad de las moscas y que los resultados que arrojaban las demás teorías no eran lo suficientemente concluyentes, dando mayor fuerza a la veracidad de la última de las conjeturas.
Las conclusiones del estudio fueron publicadas en la revista Nature Communications.
Crédito: Wikipedia
La función de ese singular patrón rayado que se pueden ver en las cebras, el caballo de Przewalkski o los asnos salvajes africanos por ejemplo, había estado dividida, para los expertos, en cinco singulares hipótesis bastante extendidas: la primera se encargaba de relacionar las rayas con el camuflaje, la segunda la relacionaban con la reducción del calor excesivo; otra hipótesis más descabellada apostaba porque las rayas eran una función social; la cuarta, que sirven para interrumpir o evitar el ataque de los depredadores; y, la última y la más confirmada, para evitar las picaduras de las moscas.
Para refutar o confirmar estas hipótesis, los investigadores empezaron tomando medidas de la intensidad y extensión de las rayas en diferentes partes del cuerpo de unas siete especies y alrededor de veinte subespecies de équidos. Más tarde, empezaron a estudiar la distribución geográfica de estas especies en un mapa del Viejo Mundo y simultáneamente contrastaron todos los valores de las hipótesis.
Con este estudio, los científicos pudieron encontrar que la distribución de las especies de équidos con rayas estaba solapaba con los rangos de actividad de las moscas y que los resultados que arrojaban las demás teorías no eran lo suficientemente concluyentes, dando mayor fuerza a la veracidad de la última de las conjeturas.
Las conclusiones del estudio fueron publicadas en la revista Nature Communications.