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viernes, 12 de mayo de 2017

Científicos encuentran que todo es energía y la realidad no es lo que creemos que es.

¿Puede la conciencia ser consciente de sí misma?


Cuando oyes una voz, un impulso eléctrico es enviado desde tu oreja a tu cerebro y tu consciencia le da sentido. ¿Qué es la realidad? ¿Quién soy yo y quién está haciendo la pregunta?

Sorprendentemente la física cuántica está revelando respuestas que sirven para confirmar el conocimiento antiguo de los chamanes y los yoguis. Se entiende con esta nueva ciencia que se ha hecho una especie de fusión entre ciencia y metafísica. Estamos hechos de átomos, al igual que nuestro medio ambiente. Y según M-Theory en el núcleo mismo de los átomos existen 'cuerdas', que son cuerdas vibratorias, esencialmente pura energía. Por lo tanto este es un mundo energético que existe en éter/espacio. La historia de Adán y Eva es la historia de la materia y el espacio, el átomo y el éter.

Con el advenimiento de los aceleradores de partículas, se han llevado a cabo experimentos desde 1930. Los resultados arrojan evidencia de que vivimos en un mundo energético. Los experimentos consisten en destrozar fotones, electrones y tales partículas juntos. Estas colisiones de partículas han demostrado de qué se compone su composición, que es la energía.

El experimento de doble rendija nos mostró que la consciencia afecta el resultado del experimento, también nos enseñó que los electrones y los fotones se comportan como ondas y partículas.

El enredo cuántico es una teoría que dice que todo en el universo está conectado, esto es lo que  Einstein llamó "acción espeluznante a distancia" porque cuando dos partículas interactuaban instantáneamente influían entre sí sin importar la distancia.


Teniendo en cuenta la teoría del Big Bang y que todos compartimos los mismos orígenes, es sin duda un pensamiento asombroso para darse cuenta de que todos estamos hechos de polvo antiguo de estrellas. En la masa que compone toda la materia, hay información contenida que conforman nuestra consciencia. Este origen singular puede ser el eslabón de nuestra consciencia compartida, que crea nuestra realidad.